Rebelión en la granja - Reseña crítica - George Orwell
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Rebelión en la granja - reseña crítica

Rebelión en la granja Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788499890951

Editorial: DEBOLSILLO

Reseña crítica

Una organización aparentemente ideal. Los animales se hacen cargo de su granja luego de haber sido dominados por el hombre. Todo parece ir por el buen camino, con crecimiento, unión y esperanza. Hasta que empiezan a aparecer vestigios de totalitarismo en el lugar...

La libertad de prensa

A modo de introducción, George Orwell cuenta lo difícil que fue publicar este libro a principios de los años 40.

Un editor aceptó el desafío, pero luego de un aviso del Ministerio de Información británico, desistió.

Haciendo un análisis de la situación en ese momento, Orwell menciona: “En este país la cobardía intelectual es el peor enemigo al que tiene que enfrentarse un escritor o periodista, y ese hecho no parece haber recibido la atención que merece”.

Por este motivo, apuntó a los totalitarismos.

“El resultado de predicar doctrinas totalitarias es debilitar el instinto por medio del cual los pueblos libres saben lo que es o no es peligroso”, agrega.

Justamente, porque la libertad “es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

¿Quiénes le temen a la libertad? Los liberales. Y son los intelectuales los que desean desprestigiar el intelecto.

Capítulo I

La novela de Orwell empieza en la Granja Solariega. Allí, el señor Jones, borracho, cerró con llave la puerta del gallinero pero olvidó las trampillas.

Ese descuido fue aprovechado por los animales, que se organizaron y se juntaron en el gran establo del lugar.

El motivo era escuchar a un verraco premiado, llamado el Viejo Comandante, que era muy respetado y tenía que decirles algo al resto de sus camaradas de granja.

“Después de cumplir un año, ningún animal en Inglaterra conoce el significado de la felicidad o del placer. Ningún animal en Inglaterra es libre. En la vida de un animal no hay más que desgracia y esclavitud: esa es la pura verdad”, mencionó.

Y la causa de ese problema es el hombre, que se roba todo lo que los animales producen.

“Todo lo que camina sobre dos patas es enemigo. Todo lo que camina sobre cuatro patas o tiene alas es amigo. Recordad”, dijo el Viejo Comandante.

Capítulo II

Tres noches después del discurso, el Viejo Comandante murió en paz.

Motivados por sus sabias palabras, el resto de los animales empezó a trabajar en una Rebelión. No sabían cuándo sucedería, ni tenían la certeza de si vivirían para verla. Pero sí eran conscientes de que debían estar preparados.

Así que hubo mucha labor en secreto en la granja, a espaldas del señor Jones.

Los cerdos, reconocidos como los animales más inteligentes del lugar, fueron los encargados de educar y organizar a los demás.

En ese grupo líder sobresalían dos verracos jóvenes conocidos como Bola de Nieve y Napoleón. Además, estaba Chillón, un cerdito gordo capaz de dar convincentes sermones.

Finalmente, la Rebelión sucedió de forma impensada. Cansados del maltrato y sufriendo desnutrición, los animales de la granja se lanzaron al granero a comer. Esto enojó al señor Jones y a sus hombres, que entraron al lugar a latigazos.

Poniéndose de acuerdo, pero sin haberlo planeado antes, todos enfrentaron a sus torturadores.

Corrieron al capataz y sus súbditos hacia la carretera. Al mismo tiempo, la señora Jones y Moisés, el cuervo amaestrado por la familia, escaparon por otro lugar.

De un momento a otro, los animales pasaron a ser los dueños de la Granja Solariega, que pasó a llamarse Granja Animal.

Conseguido esto, escribieron siete mandamientos a cumplir:

  1. Todo lo que camina sobre dos patas es un enemigo.
  2. Todo lo que camina sobre cuatro patas o tiene alas es un amigo.
  3. Ningún animal llevará ropa.
  4. Ningún animal dormirá en una cama.
  5. Ningún animal beberá alcohol.
  6. Ningún animal matará a otro animal.
  7. Todos los animales son iguales.

Capítulo III

Más consolidados, los animales trabajaron en la cosecha del heno. Fue arduo porque, claramente, las herramientas estaban diseñadas para ser utilizadas por hombres.

De la recolección participaban todos, desde el animal más grande hasta el más pequeño.

En ese verano, la granja funcionó como un reloj. Incluso terminaron la cosecha dos días antes de lo que solían hacerlo Jones y sus hombres.

“Desaparecidos los seres humanos parasitarios, quedaba más comida para todos. Disponían de más tiempo libre, aunque por su falta de experiencia no sabían bien en qué emplearlo”, narra Orwell.

Nadie esquivaba el trabajo, como así tampoco nadie robaba ni se quejaba de las raciones que le tocaban.

También formaron Comités de Animales, especializados para cada especie. Por ejemplo, había un Comité de Producción de Huevos para las gallinas y estaba la Liga de Rabos Limpios para las vacas.

Además, muchos aprendieron a leer y otros, asimismo, a escribir.

Todo sucedía bajo el liderazgo de los cerdos, Bola de Nieve, Napoleón y Chillón. Estos les explicaron a los demás que trabajaban con el cerebro. Y que si ellos se fueran, volvería el señor Jones.

Nadie quería esto último.

Capítulo IV

Rápidamente, la noticia de lo que había pasado en la Granja Animal se propagó a otras granjas vecinas.

Bola de Nieve y Napoleón enviaban palomas a infiltrarse entre los animales de las propiedades aledañas para contar la historia de la Rebelión.

Jones, por su parte, pasó la mayor parte del tiempo en el bar León Rojo de Willingdon, quejándose por haber sido expulsado de esa forma por sus propios animales.

Hasta que un día, recuperó a sus hombres y sumó algunos más de campos cercanos para reconquistar la granja.

Pero una gran estrategia militar diseñada por Bola de Nieve organizó a los animales, que ganaron ampliamente la batalla. Nuevamente, los hombres tuvieron que irse corriendo.

Capítulo V

El crudo invierno obligó a los animales a pasar horas en el establo, donde se realizaban reuniones periódicas.

Los cerdos aprovecharon para diagramar el trabajo de la siguiente temporada. La granja había llegado a un acuerdo para que ellos decidieran la política agrícola del lugar, pero luego debía ser validada por mayoría de votos.

Aquí hubo feroces disputas entre Bola de Nieve y Napoleón.

La división se acrecentó con la idea de Bola de Nieve de construir un molino de viento. Según él, gracias al molino ahorrarían trabajo y una vez que estuviera hecho solo tendrían tres jornadas laborales en lugar de cinco. Necesitaban un año para llevarlo a cabo.

En cambio, Napoleón pensaba que dedicarle tanto tiempo al molino era contraproducente: habría menos tiempo para la cosecha y morirían de hambre el próximo invierno.

Se formaron bandos y triunfó el de Napoleón, que mandó a sus perros a correr a Bola de Nieve hasta que desapareció.

Napoleón asumió el poder, tomando resoluciones autoritarias. A partir de ahora, las decisiones las tomaría él en una reunión a puertas cerradas con un grupo selecto de cerdos.

Un domingo, el propio Napoleón anunció la construcción del molino de viento. Había sido idea suya desde un principio, pero se había opuesto fervientemente a Bola de Nieve para deshacerse de un personaje al que consideraba “peligroso”.

Capítulo VI

Durante el año el trabajo fue duro, aunque a todos los gratificaba. Hasta tuvieron que agregar una jornada optativa los domingos por la tarde para poder cubrir toda la labor.

El molino fue un gran desafío —con muchos imprevistos—, y se atrasaron en arar unos campos, por lo que no pudieron plantar tubérculos.

Sin embargo, lo que consiguieron cosechar alcanzó para el invierno.

De todos modos, para contrarrestar la falta de algunos productos, Napoleón implementó la política de intercambiar lo que les sobraba por lo que necesitaban con granjas cercanas.

El resto de los animales se inquietó porque en la Granja Animal primaba la idea de no tener contacto con seres humanos ni comerciar. Pero Napoleón fue firme y Chillón los tranquilizó.

En otoño, una fuerte ventolera causó destrozos en la granja. El molino cayó, pero no fue por ese motivo; Napoleón vio huellas de cerdo cerca del lugar y enseguida apuntó a Bola de Nieve.

Capítulo VII

Orwell cuenta que el invierno siguiente fue duro. A pesar de esto, los animales trabajaron en la reconstrucción del molino.

Por la escasez de alimentos, Napoleón negoció con un humano llamado Whymper dar 400 huevos de gallina a la semana a cambio de cereal.

A las gallinas no les agradó la resolución. Y algunas incluso intentaron sabotear el proyecto poniendo los huevos desde lo alto del gallinero para que se rompieran cuando cayeran.

Pero la respuesta de Napoleón fue rápida y dura: las dejó sin alimento y decretó que cualquier animal que les diera aunque sea un grano de maíz sería asesinado.

En primavera, descubrieron que Bola de Nieve merodeaba la granja por la noche. Y la situación se puso peor: encontraron documentos que afirmaban que era un agente encubierto de Jones desde el principio y que había arreglado entregarle la granja al señor Frederick, vecino de la propiedad.

A los animales les costó creerlo, pero Napoleón lo afirmó y asintieron.

Días más tarde, cuatro cerdos reconocieron que estaban en contacto con Bola de Nieve desde su expulsión.

Como castigo, fueron asesinados al igual que las tres gallinas que habían desobedecido la orden de poner huevos para intercambiarlos.

Capítulo VIII

Pasado el susto por la masacre, los animales recordaron que el sexto mandamiento decía “ningún animal matará a otro animal”.

Pero uno lo leyó y decía “ningún animal matará a otro animal sin motivo”. Se les había olvidado la última parte.

En el transcurso del año trabajaron reparando el molino y reforzándolo antes de dedicarse al cultivo. Eso extenuó a los laboriosos animales, pero todos los domingos, Chillón leía que los esfuerzos valían la pena porque la producción de alimentos crecía exponencialmente.

Todos le creían porque nadie recordaba los números que había antes de la Rebelión.

Napoleón cada vez apareció menos en público. Vivía dentro de la casa de la granja atendido por sus perros.

Y ya nadie lo llamó “Napoleón” a secas, sino “nuestro líder, el camarada Napoleón”. Chillón colaboraba con esta imagen atribuyéndole al jefe todas las cosas buenas que sucedían en la granja.

Hasta que una pelea con Frederick rompió con el ritmo de trabajo. Él y sus hombres hicieron explotar el molino que había llevado dos años construir.

Los animales los atacaron y vencieron en una sangrienta batalla. Sin embargo, sufrieron las bajas de algunos camaradas.

Capítulo IX

Para sobrevivir el siguiente invierno, redujeron las raciones de comidas a todos los animales. Los animales lo aceptaban porque hacían caso a los discursos de Chillón.

“Sabían que la vida ahora era dura y ajustada, que a menudo pasaban hambre y frío y que por lo general trabajaban todo el tiempo que no dormían. Pero en otras épocas seguramente había sido peor. Era lo que les gustaba creer”, cuenta Orwell.

Si bien había poco alimento, habían aumentado las canciones, los discursos y las procesiones.

Ese año, la granja fue declarada república. Hubo que elegir presidente y Napoleón, como único candidato, obtuvo la votación de forma unánime.

El mismo día, anunciaron que nuevos documentos afirmaban que Bola de Nieve no solo había intentado perder la Batalla contra Jones, sino que había luchado abiertamente de su lado.

Poco después enfermó Boxeador, el caballo más trabajador del lugar. En lugar de recibir atención médica, fue llevado al matadero.

Algunos animales se percataron de esto e intentaron impedirlo. Sin embargo, no tuvieron éxito y terminaron creyendo la teoría de Chillón: era el veterinario quien lo había recogido, solo que no había cambiado las calcomanías de su camioneta.

Capítulo X

Con el paso de los años, quedaron muy pocos participantes de la Rebelión en la granja. Muchos habían muerto, inclusive el señor Jones. Y los que quedaban seguían trabajando, no habían podido jubilarse.

En tanto, Napoleón y Chillón habían engordado demasiado, llegando a pesar más de 150 kilos cada uno.

La población de la granja creció considerablemente, la producción se multiplicó porque se adquirió un campo lindero del señor Pilkington, terminaron el molino y añadieron un silo.

Orwell narra que “parecía, de alguna manera, que la finca se había enriquecido sin hacer más ricos a los propios animales... excepto, claro está, a los cerdos y a los perros”.

Los animales “normales” vivían con hambre, dormían sobre paja y padecían el frío del invierno y el calor del verano trabajando en los campos.

“Sin embargo, los animales nunca perdían la esperanza”, dice el autor. Tampoco el honor por pertenecer a la única granja de Inglaterra administrada por animales.

Un día, Chillón les enseñó a las ovejas una nueva canción para cambiar su tradicional “¡Cuatro patas, sí; dos patas, no!”. La nueva pronunciaba “¡Cuatro patas, sí; dos patas, mejor!” al mismo tiempo que todos los cerdos caminaban erguidos en sus patas traseras.

Los animales más viejos fueron a leer los mandamientos, pero ya no estaban. Ahora se veía “todos los animales somos iguales, pero algunos animales somos más iguales que otros”.

Napoleón y los cerdos también hicieron una amistad con Pilkington. Allí, “los animales que estaban fuera miraban a un cerdo y después a un hombre, a un hombre y después a un cerdo y de nuevo a un cerdo y después a un hombre, y ya no podían saber cuál era cuál”.

Notas finales

En este libro, George Orwell realiza una profunda crítica hacia el totalitarismo de Iósif Stalin en la Unión Soviética a través de la sátira.

Empieza siendo un gran proyecto autosustentado por los propios animales, que echan a su opresor y se hacen cargo de la granja.

Pero los cerdos van tomando cada vez más poder. Comienzan dando instrucciones con el fin de mantener un orden en el lugar, sin embargo, con el paso del tiempo van tornándose más totalitarios.

Cambian las reglas, asesinan a quienes están en contra y se adjudican todos los hechos positivos que suceden en el lugar.

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¿Quién escribió el libro?

Su nombre real fue Eric Arthur Blair. Nació en 1903 en la India, cuando esta estaba ocupada por el Reino Unido. Ganó popularidad como escritor y periodista por sus posturas antiimperialistas, antinazis y antistalinistas. Fue un gr... (Lea mas)

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